Tuvo que ser en ese sagrado santuario al que el peregrino acude -no puedo evitar pensar en el romero Camps pidiendo que resplandezca la justicia- buscando respuesta a sus preguntas y a sus cuitas consuelo, y no ya en lo doméstico, sino, también, en lo existencial, donde había de toparse servidor con una nueva manifestación de estupidez humana (muy posiblemente la mía).
Ha tenido que ser, hace unos días, en el IKEA donde he descubierto, al cabo de los años,
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Pues atención: por 4 euros puedes conseguir en la Tienda Sueca de IKEA condensados y mesetas para llenar cinco estómagos. ¡Valientes gilipollas! Al menos, con total seguridad, nosotros.
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