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21 febrero 2012

Primavera valenciana


Policías agresivos que aporrean sin control al enemigo. Estudiantes enarbolando libros que claman por los derechos que les ha robado la cleptocracia gubernamental que un pueblo estúpido y casposo ha elegido en las urnas. Primavera valenciana en mitad del invierno. Vergüenza de España.

Volando en todas direcciones, las hostias corren consagradas por la guardia de corps de un gobierno, ultraconservador y parafascista, que la prensa orgánica encubre en gran medida. Y siempre a los mismos. Cuando los estudiantes del I.E.S. Lluis Vives pedían calefacción, no era a esto a lo que referían.

Así las cosas, a la espera de que saquen los tanques, yo también soy el enemigo.

17 junio 2011

Violencia. Welcome to the terrordome

A John Lennon, es sabido, algo le empujó a hacer una pequeña modificación en la letra de la segunda versión de Revolution. Si en la primera -agosto de 1968- se decía when you talk about destruction, don't you know that you can count me out, en la segunda lo que se oía cantar era ...you can count me out, in. En pocas semanas, su pacifismo de corte orientalizante, propio de la época y causa de estupor en los movimientos de izquierda, había cedido a sus incertidumbres en cuanto a los modos de luchar para cambiar el mundo, algo más acorde con su origen proletario.

Parecidas cuitas debieron de ocupar la mente del joven Ernesto, quien, no viendo otro modo de enfrentarse a la inmensa pobreza y la injusticia criminal que veía correr por las siempre abiertas venas de América Latina, decidió combatir al enemigo con sus mismas armas. De este modo, la lucha armada se extendió desde la cabeza del Che hasta las mismísimas orillas del río Congo.

En uno y otro, podemos ver cómo el fantasma de la violencia está siempre ahí, en nuestra cabeza, acechando en la oscuridad del pensamiento lobisome. Se sabe: las guerras las hacen los malos, pero también los buenos. Sin embargo, cuándo deciden estos adentrarse en el corazón de las tinieblas es un detalle muy difícil de pronosticar.

Los episodios acaecidos en el Parlamento de Barcelona han hecho correr ríos de tinta, torrentes de palabras, océanos de tweets en estos últimos días. La palabra violencia está por todas partes. Se cuestiona la violencia de los mossos. También la de los indignados. Todo el mundo anda enfrascado en determinar si tal o cual comportamiento constituye un acto de violencia inaceptable. Y en todos los casos, las datos se interpretan, se niegan, se ignoran o se tergiversan según sean los ojos que los miran. Básicamente, dos tendencias opuestas tratando de imponer un pensamiento único y una tercera vía abriéndose paso con gran dificultad a pesar de unos cuantos hechos incuestionables: que había policías infiltrados con más que probables turbias intenciones, que un salivazo o un manotazo indignados son formas de innegable violencia y que la gente sentada en el suelo aporreada por la policía era gente real y no de goma.

En fin, ¿para qué hablar más de ello? No importa ya tanto lo que ha pasado [pueden leerse al final diferentes interpretaciones de los hechos] como el papel que puede jugar la violencia en la España crispada que se nos viene encima. Parece claro que la insurrección pacífica es el arma principal con que cuentan los movimientos de protesta. Lo único a fecha de hoy capaz de desarbolar el andamiaje de injusticia, probablemente milenario, que se pretende combatir, y que, por tanto, debemos preservar como oro en paño. Sin embargo, convendría no ignorar ciertos supuestos que se derivan de la observación de los datos sensibles. Existen millones de parados, ancianos empobrecidos, gente sin casa por no pagar fraudulentas hipotecas, trabajadores con salarios de miseria y sin derecho a nada. Gente exprimida como naranjas que convive con deportistas, artistas, empresarios, ejecutivos y banqueros millonarios con mansiones de lujo, una casta en la que los mismos políticos aspiran a integrarse. Políticos que, en lugar de defender la justicia social, cobran varios sueldos, mienten sin pudor, intercambian alcaldías como si jugaran a los barquitos e incumplen sus promesas electorales. Políticos, en suma, que, con la intención de perpetuar un modelo corrupto, defienden a sus iguales, les tapan sus vergüenzas y los premian con cargos, con inyecciones de dinero o impidiendo que salgan a la luz sus secretas cuentas millonarias alojadas en paraísos fiscales.

En esta tesitura, si las situaciones de extrema injusticia que hoy se están denunciando se prolongan y la movimiento 15M decide mantenerse firme en sus justas reivindicaciones, un simple razonamiento lógico nos lleva, inexorablemente, a una conclusión única: habrá violencia. Venga de donde venga. Pero habrá violencia. Y en evitarlo debería poner todo el mundo el mayor empeño. De no ser así, habrá que irse preparando. A mí ya me parece estar oyendo a Public Enemy, invitándonos a entrar en un mundo de delirio y caos: welcome to the terrordome.

Mejor que no.





Para saber más

Enrique Dans (El blog de E.D.): NO
Antón Losada (El Periódico): No más lecciones de democracia
Joseba Elola (El País): Los indignados no son violentos
Daniel Díaz (Ni libre ni ocupado): ¿Soy yo el violento?
Carlos Taibo (Rebelión): El acoso al 15-M
Pilar Rahola (La Vanguardia): Indignados indignos

26 mayo 2011

Acampadas al sol (la spanish revolution busca el nirvana)


I
nstant Karma's gonna get you,
gonna knock you right on the head.
You better get yourself together, pretty soon you're gonna be dead.
What in the world you thinking of, laughing in the face of love...
John Lennon (1970) - Instant Karma

Un karma inminente os va alcanzar de lleno en la cabeza,
mejor que estéis unidos si no queréis ser cadáveres bien pronto,
qué demonios os creéis riéndoos del amor en su cara...


Si esto se acaba, abrasado en el propio fuego que se escapa incontenible por los chacras del cuerpo de la revolución, Buda no lo quiera, una cosa al menos habremos conseguido: la palabra acampada ya jamás volverá a significar lo mismo. En pocos días, ha cambiado radicalmente su factura semántica, lo que, de entrada, no deja ya de ser un fenómeno lingüístico poco corriente. Desde ahora, cuando vayamos de acampada, además de colchonetas, tortillas de patata, cervezas frías y unos canutos, nos proveeremos de un ipod surtido de un buen arsenal de mantras. Y tampoco estará de más llevar con nosotros unas trompetas tibetanas por si algún gurú, en su generosidad, se acerca a nuestro picnic caleidoscópico transcendental a leernos una lista de reivindicaciones escrita en devanagari y a recordarnos que, aunque el mundo está hecho una puta mierda y tenderá al colapso en 2012, no debemos preocuparnos, porque, a buen seguro, una divinidad acudirá para impedirlo e instaurar un orden nuevo rebosante de energía Reiki.

Ah, y una última cosa: sigamos el consejo de Lennon. Evitemos reírnos a carcajadas del amor. Mejor, practiquemos la risoterapia.



Empecemos por el principio: encuentra tu nirvana.
"Cambiar el sistema es más difícil que cambiar políticos. El sistema eres tú".

A las 10 meditación, a las 12 charla sobre la situación del Sáhara,
a las 3 fabada, a las 8 biodanza... y taller de bicis todo el día.

¿Y si al final resulta que sí televisan la revolución?
Por si acaso, a nosotros no nos mueve ni dios de la primera fila.

"Llegó el domingo y se quedó para siempre". ¡Qué buena noticia!

Perro sin flauta. La revolución aún es posible.

Consenso de mínimos:
"Por un infierno más tierno, abajo el trabajo".

"Queremos hablar de filosofía y espiritualidad, arte,
amor libre, de unirnos porque estamos mejor, de ecoaldeas.
Reconectar con nuestra (madre) NATURALEZA".

"Queremos un apocalipsis del amor".

"Por un democracia pluricorporal, pluricultural, pluriétnica, plurigeneral, pluri...".
Mejor que sobre que no que falte.

En fin, ¿tocará al final que irse de vacío? Esperemos que no.

21 mayo 2011

Spanish Revolution. Introducción e instrucciones de uso

Presa de un inquietante desconcierto, la sociedad española anda buscando desesperadamente las coordenadas exactas de lo que, por el momento, ha venido en llamarse spanish revolution. Gestado durante meses en la red y alumbrado el pasado día 15, un nuevo mayo glorioso ha tomado la calle con una trascendencia inesperada y las protestas, a un día de las elecciones municipales, se extienden como la pólvora por el país e, incluso, más allá de sus fronteras. Fruto de un insatisfacción largamente rumiada que, hasta hace una semana, ni al poder ni a la prensa parecía interesarles en exceso, la revuelta se ha convertido en tema inevitable en diarios, tertulias "profesionales", redes sociales o la calle, sin que las explicaciones, por superficiales, sesgadas o interesadas, resulten suficientes por ahora. A un millar de cuestiones sobre sus raíces, gestación, desarrollo, objetivo y futuro sucede un millón de respuestas, simples o complejas, que, en cualquier caso, ponen siempre de manifiesto una realidad social nada trivial.

Hay que remontarse, entre otras, a iniciativas ciudadanas como Juventud sin Futuro o No les votes -que instaba a castigar a los partidos que habían apoyado la Ley Sinde- y llegar a ¡Democracia real ya!, para penetrar en las razones de cómo y por qué miles de personas, homogeneizadas, en su extrema diversidad, en un clamor unánime que apunta a los "políticos" como causa directa de su malestar, se han lanzado a la calle en más de 60 ciudades. Suena el eco de Conoce a tu enemigo de Green Day en medio de tanta confusión: la que brota de la amalgama de hechos y sujetos implicados y la que buscan quienes pretenden boicotear o apropiarse de la nueva coyuntura. No somos marionetas en manos de políticos y banqueros se leía en una pancarta el 15M, aunque mejor sería dirigir el punto de mira a jueces y periodistas, más cercanos que la abstracción simbólica de la desigualdad que representan los banqueros.

Políticos principalmente, sí, pero también jueces y periodistas pueden considerarse, en mayor o menor medida, responsables de la degradación social que impulsa la ola de protestas. Políticos corrompidos, doblegados por los mercados, dispuestos a privatizar los bienes del estado al tiempo que manejan partidas de dinero público; políticos, aspirantes a élites y propensos a flirtear con los poderes fácticos, puestos ahí con el dinero de banqueros que pagan las campañas de esas empresas ineficientes, burocráticas y corruptas en que se han convertido sus partidos. Jueces politizados que impulsan una justicia que secunda y favorece la indiferencia ante la corrupción, la prescripción de los delitos, la desigualdad en los delincuentes y el valor del dinero como herramienta del derecho. Y periodistas convertidos, en su mejor versión, en meros informadores que transitan una senda, marcada por las líneas editoriales, que los invita a no internarse en la oscuridad del bosque traicionando, así, su principal cometido: buscar la verdad y contarla. Se sabe, por ejemplo, aunque hoy la tendencia haya cambiado bastante, que las primeras manifestaciones del día 15, a las que sólo acudieron 2 ó 3 de los grandes medios, tuvieron una muy escasa cobertura. [Obsérvese el cambio de tendencia a lo largo de la semana]

Son ellos, políticos, jueces y periodistas -por fortuna, no todos- quienes, en lugar de contribuir a crear una sociedad éticamente asumible, la narcotizan con sus malas artes, haciéndola insensible a incontables ruedas de molinos que, a lo que parece, deben resultar normales, por inevitables, por mucho que por las calles se escuchen preguntan como las siguientes:

- ¿Por qué María Dolores de Cospedal ganó 240.000€ en 2009 y mi padre no llegó a 8.000? ¿Por qué a un diputado se le retiene sólo el 4,5% de su nómina aunque se llame Cospedal? ¿Por qué la jubilación de un diputado alcanza los 74.000€ y es compatible con otros ingresos y la de cualquier ciudadano tiene un tope de 32.000 y no lo es? ¿Por qué un diputado, por inútil y corrupto que pueda llegar a ser, cobra una jubilación completa con sólo 7 años de función en el cargo y los demás necesitan 35? ¿Por qué tantísimas prebendas?

- ¿Por qué Rajoy, posible presidente de España, se ríe de los españoles cuando un día destaca el limpio historial de Bauzá y al siguiente apoya a Camps, acusado de corrupción y pendiente de juicio?

- ¿Por qué Alfredo Sáenz, del Banco de Santander, ganó en 2010 casi 10 millones de euros y el pobre de César Alierta, de Telefónica, sólo 8.600.000?

- ¿Por qué El País nos muesta a Juan Cruz y Gay Talese zampánsose un desayuno de 40€ y El Mundo nos enseña una casa de 5 millones -como la de Cristiano Ronaldo-, si cualquier rebelde sin casa desayuna por 2€ en el bar de la esquina?

- ¿Por qué antes para oír un disco lo compraba y lo grababa tantas veces como quería y ahora tengo que comprarlo, pagar Internet cada mes y no puedo darle el uso que me parece?

En suma, ¿por qué músicos, actores, deportistas, banqueros, famosos, nobles y políticos, entre otros elegidos, pertenecen a una casta especial cuyo trabajo se valora más que el de un agricultor, un marinero o un bombero?

Este muestrario mínimo de tropelías históricamente admitidas muestra cuál es el combustible que ha puesto en marcha la maquinaria del 15M. Despilfarros, corrupción, arbitrariedades, desigualdades, fastos insultantes, huecas celebraciones y palabras destinadas a adormecer los datos en medio de una crisis galopante. Así las cosas, la gente, atrapada entre el socialismo esperpéntico de Zapatero y un futuro que se llama Mariano, sin trabajo y sin saber a quién votar, ha decidido mandar muchas cosas a tomar por culo, empezando por la corrección política, y lanzarse a la calle sin miedo. Nada nuevo, por otra parte, que no haya estado en el origen de cualquier revuelta acaecida desde que nació la propiedad privada (con el paso de las sociedades recolectoras-cazadoras a las agrícolas-pastoriles) hará unos 10.000 años. En principio, no es más que un levantamiento social con todos los ingredientes consustanciales al drama humano de las sociedades jerárquicas. En síntesis, mantener o perder privilegios o, dicho de otro modo, apuntalar o destruir las fronteras entre pobres y ricos. Palabras mayores.

Hay, sin embargo, en estos movimientos un rasgo diferencial, una marca lo suficientemente distintiva como para pensar que podemos estar ante la última gran revolución social: Internet, la herramienta más revolucionaria que se pueda imaginar. Ahí está la clave. Internet es lo que distingue estas protestas del experimento fallido del 68 y lo que, a través de las redes sociales, las ha posibilitado. No en vano, todo empezó cuando la gente, reacia a echarse a la calle por otra cosa que no fuera el fútbol, se manifestó contra la Ley Sinde, que pretendía a su manera poner las zarpas del capitalismo feroz en un mundo en donde no gustan los territorios vírgenes. Y es este factor crucial el que me parece un tanto olvidado, o subsumido, en las asépticas y bienintencionadas reivindicaciones generales del movimiento 15M: preservar el conocimiento libre, la privacidad y la neutralidad en la red que amenazan el ACTA y propuestas como la Ley Sinde debería ser una consigna prioritaria. Si no se logra, se habrá perdido todo.

Hay, además, otros aspectos inquietantes a considerar en torno al mayo español. A la dificultad intrínseca de encontrar soluciones a la compleja maquinaria averiada en que se ha convertido la sociedad, se añaden otros peligros. Desde fuera, se intenta deslegitimar el movimiento, ridiculizándolo, minusvalorándolo, tratando de absorberlo o, sencillamente, reprimiéndolo, aunque ello no haga otra cosa que mostrar la importancia de los acontecimientos. Es asimismo obvio que, desde dentro, el peso de algunos líderes podría desvirtuar las inquietudes colectivas. A veces, se ven alegrías desmesuradas y gente hiperestimulada que parece andar jugando a la revolución. Otras, se oyen análisis muy alejados de la realidad e, incluso, manifestaciones de vergüenza ajena. Boutades o intrascendencias dichas por algún pope pueden tener más eco que aportaciones serias hechas por desconocidos. De hecho, la propia arquitectura de las redes sociales ya comporta peligros. El esquematismo de los mensajes puede muy fácilmente favorecer la demagogia.

No parece, en resumidas cuentas, que estemos ante una empresa fácil, a la que, por lo demás, no acertamos a vislumbrarle tan siquiera un futuro inmediato. Por desgracia, todos compartimos idéntico genoma y la historia nos demuestra lo que se puede esperar de nosotros, independientemente de dónde hayamos construido las trincheras. Sin embargo, sea como fuere, la spanish revolution ya está en marcha y podría ser nuestra última gran oportunidad. De modo que, aunque aún no sepamos adónde puede conducirnos, abre un evidente resquicio para la esperanza que será mejor no desperdiciar. A fin de cuentas, tenemos derecho a soñar y, afortunadamente por ahora, soñar sigue siendo gratis.

14 mayo 2011

José Luis Sampedro ante las movilizaciones del 15 de mayo


Manifiesto de adhesión de José Luis Sampedro al proyecto ¡Democracia real ya! con motivo de las movilizaciones organizadas para el 15 de mayo:


Queridos amigos:

Ante la imposibilidad de asistir a vuestra convocatoria, deseo con estas líneas manifestar mi adhesión a la iniciativa ¡Democracia real ya! Naturalmente interpretando la palabra “real” como adjetivo referido a realidad y no a realeza.


Hace unos meses me uní a Stéphan Hessel prologando su panfleto Indignaos. Era un llamamiento a no aceptar sin más la tiranía del poder financiero y el abandono de los valores que encarnaba nuestra civilización (Europa). Poco después, Rosa María Artal tomó el relevo y bajo el título Reacciona nos invitó a unos cuantos estudiosos a profundizar en las razones para actuar frente a la crisis económica, política y social del sistema.
(1)

Ahora es vuestro turno, mucho más importante. Me ilusiona ver que los receptores del mensaje, muy certeramente, habéis comprendido que no basta con indignarse, que es necesario convertir la indignación en resistencia y dar un paso más. El momento histórico impone la acción, la movilización, la protesta, la rebelión pacífica. El llamamiento a indignarse no debe quedarse en un best-seller fácilmente digerible por el sistema y así lo estáis demostrando con esta convocatoria.


Por eso me adhiero a vuestras reivindicaciones, hago mío el manifiesto, me solidarizo y deseo un clamoroso 15-M. Pero sobre todo, os animo a avanzar en la lucha hacia una vida más humana. Los medios oficiales no se van a volcar con vosotros y encontraréis muchos obstáculos en el camino, pero está en juego vuestro futuro. El 15 de mayo ha de ser algo más que un oasis en el desierto; ha de ser el inicio de una ardua lucha hasta lograr que, efectivamente, ni seamos ni nos tomen por “mercancía en manos de políticos y banqueros”. Digamos NO a la tiranía financiera y sus consecuencias devastadoras.
José Luis Sampedro


(1) Los estudiosos son Baltasar Garzón, José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz, Ignacio Escolar, Carlos Martínez, Juan Torres, Lourdes Lucía, Angels Martínez i Castells y Rosa María Artal, y, en honor a la verdad, sorprende que, sobre todo estando entre ellos algunas figuras destacadas en la defensa de la cultura digital, especialmente críticas con el canon digital y la Ley Sinde, como son Escolar o Pérez de Albéniz, el libro no sea de libre distribución.