


Frente a ello, ante semejante propagación de la chorrada institucionalizada, bastaría, en mi opinión, con dos conmemoraciones mutuamente excluyentes: el Día de la Revolución, para celebrar la destrucción del mundo de mierda que hemos construido, y el Día del Aquí Te Espero, para conmemorar la paciencia e inactividad con la que seguimos esperando su apocalipsis. ¿Para qué más?