26 septiembre 2009

Desde la ciencia a dios: Nokia pone el puente


Con la excepción de Libia, en los países musulmanes concluía este sábado el ramadan -mes en que fueron reveladas las sagradas escrituras al profeta Mohammed- y se daba paso, al día siguiente, al aid-es-seghir o aid-el-fitr ('fiesta de ruptura del ayuno'). El ayuno (ramadan), como se sabe, es uno de los cinco pilares del islam, junto con los 5 rezos diarios (salah), la declaración de acatamiento a Allah como dios único y a Mahoma como su profeta (shahada), la práctica de la limosna (zakat) y la peregrinación a La Meca, al menos una vez en la vida, de aquel que puede permitírselo (Hajj).

La aparición de la luna en el cielo del pasado sábado marcó el fin al ramadan mubarak ('santo ayuno'), tiempo de purificación en especial para aquellos que no se comportan del todo como buenos musulmanes a lo largo del año. Luego, el canto del takbir (el soniquete allahu akbar) se prolongó, durante toda la noche, hasta el momento de ir a rezar a la mezquita a primera mañana. Allí, antes del rezo, quienes no lo habían hecho durante ramadán dejaron la limosna o zkat-el-fitr (2 kilos de comida sencilla -grano, fruta, dátiles...- o su equivalente en dinero), destinada a los más necesitados del lugar. Así empezó, y así empieza siempre, el aid-al-fitr, primer día del mes de shawwal. Un día en el que se reúnen las familias y se intercambian parabienes, se estrenan ropas, se envían tarjetas de felicitación, se hacen regalos y se dan caramelos a los niños. Un día para la limosna, absolutamente obligatoria en fecha tan señalada, a repartir entre alguna de las categorías humanas preestablecidas: huérfanos, pobres, mendigos, deudores, viajeros, esclavos... Un día, en fin, en el que se aparcan los malos rollos, los conflictos familiares y hasta las guerras, a la vez que se dice adiós a la abstinencia de comer y beber, de hacer guarradas y de proferir insultos desde la salida a la puesta del sol, y se da la bienvenida, ya sin restricciones horarias, a poder hacerlo.

En el cercano oriente, en ese limbo narcotizante y especular que tiene como efecto secundario la bondad, incluso la impostada, Mahmud Abbas sacó de la cárcel a 200 miembros de Hamas, el rey Abdulá a 17 ismailíes y el presidente de Mauritania a medio centenar. Desde el mundo occidental llovían sobre los musulmanes, como chuzos de punta, las felicitaciones: Obama, Hillary, Putin o el cardenal Tauran... manifestaron sus buenos deseos dentro del plazo. En el sudeste asiático las bolsas cerraron inmersas en un clima bursátil de buen rollo. Y España tampoco fue ajena a esa fuerza ambital de júbilo y celebración. En la recién estrenada mezquita de Lepe, otrora humilde carpintería, concedida graciosamente -¿cómo si no?- por su ayuntamiento, 1.000 musulmanes se dieron cita, excediendo en 400 el aforo. Incluso un pequeño número de "los que provocan la ira de Alá" acudió a tomar un té a este episímbolo bajoandaluz de las civilizaciones compatibles del que se congratula el presidente de los musulmanes onubenses por ser punto común para el encuentro de hombres, mujeres y niños. Las mujeres, eso sí, en un lugar aparte habilitado sólo para ellas.

Cabe en este punto preguntarse qué papel juegan la ciencia y el progreso en todo ello. Quien haya llegado hasta aquí habrá tomado conciencia de la enorme cantidad de fechas, consideraciones astronómicas, rezos, preceptos, magnitudes, leyes y códigos que debe tener presente el musulmán, especialmente en el mes del ayuno. Se puede así entender fácilmente el despiste de Libia u otras complicaciones similares o hacerse uno a la idea de la enorme dificultad que no supondrá todo ello para esos conversos recientes que suelen llamarse Aldelkáder García o Rachida Hernández. Pues bien, Nokia es la respuesta.

Ajena a la existencia de Richard Dawkins y poniendo su saber al servicio de la humanidad y no en su contra, la empresa finlandesa de telefonía ha multiplicado esfuerzos por tender un puente que acerque a dios al hombre, especialmente a aquel que vive acelerado y en clave tecnológica. Para ello, de cara a la redoblada demanda de dios que supone el ramadán, ha puesto a disposición de sus usuarios una serie de aplicaciones gratuitas, Ramadan applications 2009, albergadas en su sitio de descargas, Ovi Store.

Tales aplicaciones, que arrancaron con el Nokia N73 en 2007, incluyen:
- Una versión digital multilingüe del Corán que permite la memorización de fragmentos, rastrear palabras o escucharlo recitado.
- Un servicio de alertas que avisa de las diferentes oraciones del día y nos indica la dirección exacta hacia la qibla -hoy La Meca, originalmente Jerusalem-, a la vez que permite añadir, borrar, actualizar o editar cualquier localización si el aparato está equipado con brújula.
- Una versión del Hadith de fácil acceso y cómoda lectura.
- Una calculadora de limosnas que pone en relación los ingresos de un usuario de Nokia con la cantidad que le corresponde pagar, sea en oro, en plata o en diferentes monedas.
- Una completa base de datos de tarjetas de felicitación para el envío a familiares y amigos.
- Una guía multimedia de monumentos y lugares de interés para el que emprende la peregrinación, sea la pequeña (umrah) o la grande (hajj), así como una descripción de los rituales del hajj.
- Una colección diaria multilingüe de plegarias para ser oídas, estudiadas o reenviadas a los amigos y familia, así como un tasbih (rosario) digital para no perder la cuenta.

Y esto, en verdad, no es más que un minirresumen de las potencialidades de estas impresionantes aplicaciones. Casi anonado tras hurgar un poco en ellas, no me queda sino agradecer a Nokia el fruto de sus investigaciones y animarla a seguir en esa dirección. Quedo ansioso a la espera del día que la brújula nos marque el lugar exacto en que se encuentra dios. Ese día, lo prometo, me compraré uno de sus celulares.


 

14 septiembre 2009

Homo homini homo

Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit
Plauto (254-184 a.c.)

El martes pasado fui a perderme solo al recién inaugurado René Magritte Museum en el Mont des Arts. Hablar del valor de Magritte como pintor surrealista y figura poliédrica de la primera mitad del siglo XX no tiene aquí sentido, porque no soy quien ni este es el sitio, pero me impresionó una frase suya grabada en una pared. No la recuerdo literalmente, pero venía a decir que el progreso humano se había cimentado en el bien, o al menos en su búsqueda, lo que había permitido el vigoroso desarrollo del mal que él reconoce para su época, una idea que, alimentada en la lectura cotidiana del periódico, me viene acosando hace ya tiempo. Cuando, al salir del museo, entré en un bar a tomarme una cerveza y leer El País del día, esa idea se hizo aún más recurrente. Todo era de ir a mear y no echar gota.

Empecé por saber que se rearma Latinoamérica. Lo que es estupendo, porque gana Francia, que vende, y gana Brasil, que compra, y ganamos todos, porque así las importantes bolsas de crudo que se han descubierto en Brasil y que podrían atraer a desaprensivos no se quedan sin defensa. De este modo, el guardián de la Amazonia -Lula no churrasco en mi lecto- nos garantiza petróleo para un montón de años, y no menos dióxido de carbono, tan del gusto del mundo vegetal. Por cierto, que ni crisis ni hostias, el sector armamentístico sigue acumulando ganancias sin parar. Ahí están USA, Italia y Rusia -oro, plata y bronce, respectivamente, en la carrera filántrópica del presente curso armamentístico- para asegurar la capacidad de defensa de los pueblos de mundo. Tal es el espíritu de la democracia.

Del mismo modo hay que entender el apoyo internacional a Karzai: un apoyo pragmático a la pacificación del narcoestado afgano que se ennoblece en su capacidad de perdonar el magnifico pucherazo de su protegido en las recientes elecciones, al tiempo que Karzai, pastún sunní de probada nobleza y que no va a ser menos, promete dialogar con los taliban, gente sabia, lúcida y abierta, como todos sabemos. Vemos en ello que es nuestra capacidad para penetrar en la otredad lo que nos aúpa a la cima de la cresta evolutiva. Por ella podemos asumir y perdonar por qué Sudán condena a Lubna Hussein por llevar pantalones, aunque no lo entendamos de primeras. Los pantalones eran anchos, no es que fuera marcando mollete, pero eran pantalones, lo que contravenía la ley. Ella debía de saberlo. Es periodista. El tribunal de Jartum le ha impuesto una multa de 150 € -más de la mitad de la rpc anual en Sudán- y la ha condenado a 40 latigazos.

No debemos, en cualquier caso, atribuir este tipo de hechos al Tercer Mundo.

En Estados Unidos, grupos conservadores llaman a Obama bolchevique por alentar a los alumnos a cumplir con sus responsabilidades, lo que no es sino un obsceno intento de ideologizar las aulas que sitúa a don Barack a la altura de un pederasta.

En Italia, Berlusconi está triste. Los suspiros se escapan de la boca de este neosiffredi de biografía admirable con palitroque al servicio de su pueblo. Papi se siente injustamente tratado por la prensa comunista y seudocatólica -concretamente el 90%-. Por fortuna, la gran mayoría de los líderes políticos del mundo hablan con él y le dan ánimos y le visitan en su puticlub.

Y en Japón la promesa de Hatoyama de reducir emisiones contaminantes en un 25% para el 2020 no ha gustado un pijo a las grandes empresas. Hacerlo supondría, alegan, machacar la ya maltrecha economía nipona, lo que no es mentira en absoluto. Y además, de qué serviría esa menundencia dado el inminente apocalipsis del planeta a decir de Ban Ki-moon nada menos.

En la pell de brau, mientras tanto, los progres de ERC no tienen mejor cosa que hacer que andar buscando su independencia por cualquier resquicio. Más o menos lo mismo pero lo contrario que pasa con ese joven condenado por sustituir la bandera española por la republicana en un edificio oficial. Y es que resulta ya muy difícil distinguir al juez del delincuente. Lo vemos en Garzón, imputado por un delito de remover la mierda franquista, algo a todas luces de pésimo gusto, al tiempo que concejales del PP en A Coruña (¿dónde está eso?) se quejan de que el ayuntamiento ande retirando símbolos franquistas sin consultarle. También un concejal del PP se niega a que se retire en Granada una estatua de José Antonio. Y es que hurgar en las cloacas, a lo que es tan aficionado el superjuez, es de pésima educación y carece de otro fin que resetear el odio agazapado. Los herederos de Aznar saben muy bien, a qué negarlo, que las tendencias coprofágicas son aún más deplorables que otras filias (zoo, homo). De hecho, es este pulcro modo de proceder lo que explica la negativa de Rajoy a una investigación interna del caso Gürtel. Eso y que su think tank, afanado en suministrarle paridas diarias que difundir, perdería un tiempo precioso.

En fin, que de todo esto y mucho más -un guante de Michael Jackson de 34.000 €, por ejemplo- habla el periódico. Se cuestiona incluso lo que calla. Oliver Stone, en su férrea defensa de esa bestia política que es Chávez, arremete contra la prensa estadounidense y europea -en concreto El País-, acusándola de ser poco creíble. Y Carlos Fuentes, que come de El País, pide una prensa que cuente la verdad, que es lo que falta en América Latina.

Sin embargo, llegados a este punto (¿me pido otra cerveza?), poco importa ya si la información es veraz o verosímil, parcial o falsa, porque el mundo es un pluscuamperfecto estercolero. El Man to man is an arrant wolfe (homo homini lupus) de Hobbes está pidiendo a gritos una pequeña anotación, porque su idea del contrato social, que había de alejar al hombre de la guerra, su estado natural, parece a día de hoy que no ha valido una mierda. El lobisome de Hobbes se veía impelido por dos fuerzas: el placer, al que tendía, y la muerte, de la que huía. Ahí estaba el progreso si se aceptaba el contrato. Y el hombre renunció a su derecho natural a hacer la guerra.

No obstante, devenido homo homini homo, el hombre ha resultado más letal que su alter-ego cánido, porque no es sólo el hombre bueno de John Locke o Rousseau, que también, sino el uomo stupido de Carlo Cipolla. Buscar la paz a todo trance haciendo caso omiso de la razón profunda de aquellas guerras de la edad oscura, pactar con civilizaciones imposibles, hacer de la corrección medida de la polis, acatar la desigualdad y la injusticia, sonreír al enemigo, convivir con la sinrazón, mirar hacia otro lado, poner la otra mejilla... Todo ello dejó vía libre al lobisome en su afán desenfrenado por la anexión de territorios.

Nuestro mundo al borde del apocalipsis parece no entenderse de otro modo. Perseguir aquel sueño trajo esta pesadilla. El crepúsculo se despliega ante nuestros ojos de ratas sin agallas. Obsérvalo sentado.

02 septiembre 2009

Tortue en tranches (interesados o ineficientes pendejos controlan nuestra alimentación)


Queridos míos:

Anoche, tras la sopa de pollo y los mejillones de la cena, me quedé con hambre, así que me acerqué hasta el frigorífico para arreglarlo con un poco del embutido, tortue en tranches, que había pillado en el Colruyt de la avenida de Roodebeek ayer tarde y a continuación me preparé un sandwich con unas cuantas lonchas.

Sin embargo, apenas deglutido el primer mordisco y antes de llevar el segundo a efecto, cuando ya andaba yo a vueltas con el especialísimo sabor -sabía a lo que huele la carne enlatada para perros-, la voz de la conciencia -en puridad y en buena lógica, la madre de mis hijos- empezó a leer en voz alta los ingredientes de la cosacarne de cerdo, caldo concentrado, carne de vaca, concentrado de tomate, champiñones, vino de Madeira, gelatina de cerdo, sal, plantas aromáticas, aroma (tiene soja), azúcar de caña, maltodextrina, zumo de limón, azúcar, dextrosa, lactosa, proteínas de leche, jarabe de glucosa, hidrolizado de proteínas (tiene soja), conservantes E270, E224, E260 y E250, colorante E160c, antioxidantes E330, E300 y E301, potenciadores del sabor E631 y E635, estabilizantes E450 y E451, antiaglomerantes E575, E500, y E508. Tiene soja y leche (con lactosa). Puede contener trazas de gluten, huevos y mostaza.

¿Pero dónde hostias estaba la tortuga, Jack Sparrow...?

Tuve de inmediato que dejar de comer y tirar el bocata y el resto del embutido a la puta basura. Hasta un organismo eucariótico hubiera hecho lo mismo. Qué coño nos estáis dando de comer, quienes quiera que seáis, cachoperros. Mediocres eurodiputados, grises ministerios, enfangados gobiernos, qué carajo hacéis, pandilla de pendejos, chupópteros todos, para controlar el veneno que se nos suministra. Deberíamos de saber, cuando menos, si nos lo estáis administrando a dosis razonables. A nosotros y a nuestros hijos. ¡Desalmados y torpes hijos de la gran madre africana!

En Bruselas, muy cabreado, a 2 de setiembre de 2009

01 septiembre 2009

Maiquel Yanso Foreva


Fatima, aquella señora de mediana inteligencia que me decía señorito y tan bien me cuidó el montón de años que viví en Marruecos, lo llamaba Maiquel Yanso (y que nadie se sorprenda, porque a Jesucristo lo llamaba Josecristo). Negra fantasiosa y estupenda cocinera, se las tuvo que ver muchísimas veces con Off the wall (1979), Thriller (1982) y hasta con el no suficientemente valorado Bad (1987), mientras yo andaba colocado tontamente toda la santa mañana a la espera de su kuskus, su pollo con limón o su tajine de chanquetes con tomate. Y sabía muy bien de qué hablaba y a quién se refería, doy aquí fe, aquella empedernida fumadora del peor tabaco negro. Que su dios la tenga en su gloria.

Me acuerdo especialmente de ella ahora, cuando tanto se habla, a todas horas, de Maiquel Yacson. Y es que yo no me entero de a quién carajo se refieren los millones de alienados ignorantes del planeta que lo mientan. No sé si se refieren a aquel negro que nos hacía sudar en los primerísimos 80 en la dancefloor de cualquier discoteca o a aquel otro infeliz desvencijado y a pedazos en su fuero interno que miraba la piel y la lenteja del Hollywood acabado y plano de su tiempo. ¿Estamos hablando del Camarón de Indiana, aquel mushasho que nos ponía a alucinar, Quincy Jones mediante, en coches inundados de humo de cannabis mientras mirábamos, bizcos, el ocaso desde Isla Calavera, o es ese cadáver hiperrefrigerado y recurrente de los telediarios que ha sobrevivido a este verano tórrido y al que no se termina de enterrar de una puta vez el que suscita tanto comentario? ¿De quién hablamos? ¿Se está pensando en aquel atleta del ritmo y la cadencia, excepcional cantante y alucinante bailarín, que murió a mediados de los 80 o en ese otro lamentable y mediático artista ACOP (adult & children oriented pop) devorado fatalmente por los calmantes, los apaños y los traumas y, a la postre, emparentado con los faraones?

En fin, me da igual. Cada cual a su pedo. De sobras sé yo quién es Maiquel Yanso.