25 noviembre 2010

Ibex 35: rompiendo las pelotas


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Lo siento, monsieur Cantona, pero no podré participar en la puesta en práctica de su propuesta que se está organizando a través de Facebook por parte del movimiento Stopbanque para el próximo 7 de diciembre.
Me gustaría, de verdad, pero ¡cualquiera saca euros de los fondos de inversión teniendo en cuenta cómo anda el IBEX 35! Lo poco conseguido en los últimos seis meses se ha ido al garete en los tres días que llevamos de esta semana -y eso que ayer se recuperó en torno al medio punto-. Si existiera dios, del tipo que sea, nos habría dicho que vendiéramos, allá por el 2008, cuando se rozaban los 14.000 puntos, pero no fue así y ahora andamos muchos cogidos por las pelotas. Tendremos, pues, que dejar nuestra participación en la revolución que usted preconiza para mejor ocasión.

Nos queda, eso sí, la posibilidad de implicarnos en la no menos digna empresa Buy Nothing Day, impulsada en España como Día Sin Compras por Greenpeace y Ecologistas en Acción, para la que ya se han organizado diferentes actividades. Semejante iniciativa, que se espera se siga en medio centenar de países, tiene por objetivo que nos tomenos un respiro para reflexionar sobre nuestra actitud frente a una sociedad basada en el consumo desenfrenado y en la muerte del individuo a manos del consumidor: ¿por qué comprar de esa manera? ¿quiénes pueden comprar y quiénes no? ¿qué es lo que compramos? ¿quiénes son los fabricantes? ¿dónde se manufacturan los productos? ¿con qué mano de obra? ¿cómo influye en nuestra visión del mundo, en la sociedad, en el medio ambiente?

En fin, tampoco se trata, creo, de pasarse el día reflexionando. Son muchas las cosas que se pueden hacer (aquí algunas). Sin embargo, de lo que, en resumidas cuentas, se trata es de no gastarse un puto duro durante un día entero. ¡A ver quien tiene huevos!

18 noviembre 2010

Attenborough sobre la superpoblación

En estos momentos, la población mundial es tres veces superior a la que había cuando yo empecé a trabajar. Y esa gente quiere un trabajo, una casa, comida, tiene unas necesidades que cubrir. Dentro de diez años, la situación será todavía peor. Hay que hacer algo ya. Nuestros nietos nos lo agradecerán. En mi opinión, el crecimiento descontrolado de la población es uno de los principales problemas que sufre el planeta. El exceso de población pone en riesgo la diversidad.

Lo dice en Público el naturalista David Attenborough -un tipo que me cae especialmente bien desde que vi su magnífico Trials of life (1990)- y es lo que yo siempre he pensado. Sólo que no creo que la superpoblación sea uno de los principales problemas que sufre el planeta, sino el principal y origen de casi todos ellos. Convendría que tuvieran más en cuenta este simplista planteamiento nuestros nefastos políticos, que o no lo afrontan como debieran o sencillamente lo ignoran, haciendo que la tarea de concienciación de Attenborough y de tantos otros resulte baldía. El asunto, aunque extensamente estudiado, no parece entrar en agendas en las que la población aparece conformada no por seres humanos, sino por consumidores, auténtico motor de un mundo capitalista siempre en camino de una degradación cada vez más asfixiante.

En fin, Sir David está hoy en Santiago de Compostela para recibir el premio Fonseca 2010 de divulgación científica. ¡Que lo disfrute! Se lo merece.

09 noviembre 2010

La cuestión saharaui: a quién le importa

¿Qué es lo que pasa hoy con Marruecos, que no pasara ayer, para que anden todos los periodistas en clave tribulete-en-las-trincheras dando muestras de su gran sensibilidad y humana condición? Da risa verlos tan sobrecogidos y atareados con los recientes episodios del Sáhara, toda vez que Marruecos no ha cambiado nada, ni en el fondo ni en la forma, en los últimos 50 años.
Lo que hoy está ocurriendo en la Saghya l-Hamra era algo absolutamente esperable. En las últimas décadas, el apoyo de los estados a Marruecos ha sido persistente –especialmente constante el de Francia y España, y, por supuesto, el de Estados Unidos-, y Marruecos no se ha visto jamás forzado a modificar un ápice sus arbitrariedades ancestrales. Ni tan siquiera pasó nada cuando Driss Basri, ministro de Interior en los años de plomo, fue relegado de sus funciones por Mohammed VI –lo que supuso un hito en la creación de expectativas para el Maghreb l-Aqsa que rápidamente quedaron truncadas-. En lo que afecta particularmente a España, no es sólo que se haya apoyado a Marruecos a pesar de su rechazo al plan Baker en sus diferentes versiones, sino que se le ha armado hasta los dientes, lo mismo con el PP que con el PSOE. Este mismo año, España ha sido denunciada por diferentes organizaciones por la venta de armas. Las justificaciones esgrimidas por el gobierno, por boca de Silvia Iranzo, secretaria de estado de Comercio, se movieron entre el cinismo y la banalidad intencionada.
No se trata, en cualquier caso, de información secreta. Basta con escribir en el buscador de Google “venta de armas Marruecos” y sin salir de los primeros 10 resultados ya tendremos datos suficientes para tener una idea ajustada de lo que estamos hablando.
Por otra parte, hay otra perspectiva que no conviene desdeñar. Los gobiernos de Hassan II y, después, de su hijo han descontado durante decenios un significativo porcentaje del sueldo mensual de sus funcionarios para defender la marroquinidad del Sahara -al tiempo que se maquillan con tintes patrióticos el empobrecimiento generalizado de la gente y la desaparición de las clases medias-. En otras palabras: los marroquíes han pagado la integridad territorial con su dinero en cómodas (o no) cuotas mensuales. ¿A ver quién les dice ahora que el Sáhara no es suyo sin que haya un levantamiento popular?
Así las cosas, no es a Marruecos a quien en primera instancia habría que condenar, sino a una prensa mamarracha, la nuestra, a la que le impresionan unos cuantos cadáveres pero que no denuncia con el mismo énfasis los pasos que llevan a la masacre, y a un gobierno mezquino, el nuestro, que se convierte en cómplice de la reiterada violación de los derechos humanos a cambio de unos ilusorios acuerdos pesqueros, el beneficio de unas pocas empresas y poco más. Sigamos, pues, con nuestros alonsos y gasoles, nuestros messis, charlemos sobre el Papa, ocupémonos del lenguaje sexista, de la y griega y de la posible desaparición de Zapatero (el apellido), pero no nos obliguen a emplearnos en temas que, por manidos, nos amargan el día porque ponen de manifiesto nuestras propias miserias y nuestra proverbial hipocresía.

07 noviembre 2010

Santiago Sierra a González-Sinde

Santiago Sierra me acaba de dar una grandísima alegría. El artista madrileño ha rechazado el Premio Nacional de Artes Plásticas de este año a través de una carta dirigida a Ángeles González-Sinde. Verdaderamente nos llena de satisfacción, dada la profunda aversión que sentimos hacia la ministra de cultura en tanto que tal, alguien que no es sino una infiltrada del mundo del cine manejando partidas presupuestarias, juez y parte interesada como demuestran los muchos millones de euros que ella misma ha recibido en su etapa preministerial [véase la contundente entrada que dejó Enrique Dans en su blog el pasado lunes, 1 de noviembre: Cine español: fraude y corrupción].He aquí la carta de Santiago Sierra:
Madrid, Brumaire 2010

Estimada señora González-Sinde,

Agradezco mucho a los profesionales del arte que me recordasen y evaluasen en el modo en que lo han hecho. No obstante, y según mi opinión, los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por ejemplo a un empleado del mes.
Es mi deseo manifestar en este momento que el arte me ha otorgado una libertad a la que no estoy dispuesto a renunciar. Consecuentemente, mi sentido común me obliga a rechazar este premio. Este premio instrumentaliza en beneficio del estado el prestigio del premiado. Un estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común sin importar qué partido ocupe el puesto. Un estado que participa en guerras dementes alineado con un imperio criminal. Un estado que dona alegremente el dinero común a la banca. Un estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar en beneficio de una minoría internacional y local.
El estado no somos todos. El estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio. No señores, No, Global Tour.

¡Salud y libertad!

Santiago Sierra

En su pagina web se puede ver una muestra de su trayectoria artística.