16 abril 2012

GRINDR. ¿Qué tal, homosexual?

 - ¿Qué tal, homosexual? 
- Pues, hombre, no me va mal.
La leche ha vuelto a subir,
me han robado el instrumental
y están en huelga los obreros del metal.
Siniestro Total (1985) 
 
¿Te beneficia de algún modo saber si el pintor se tira a su señora o si se lo hace con putas cuando le pides un presupuesto que prevés inasumible? ¿En qué medida te afecta que le gusten a tu dentista las tías, los tíos, los trans o, incluso, los perros? ¿A quién puede importar que Grande-Marlaska, Amenábar, Nacho Duato, Juan Goytisolo, Gus Van Sant, John Waters o Rufus Wainwright sean homosexuales más allá de que sean ciudadanos socialmente aceptables?

A Grindr sí le importa. Concretamente, le interesa saber si te gustan los hombres. En eso, comparte inquietudes con intolerantes, conservadores, religiosos dogmáticos o, simplemente, gente estúpida, aunque, eso sí, tenga intereses bien opuestos. Creada por Joel Simkhai, un americano de 35 años de Los Angeles, Grindr es una aplicación buscagays para teléfonos móviles con GPS lanzada para iPhones en 2009 de muy sencillo uso. La descargas, la instalas, cuelgas una foto, te pones un nick, introduces una breve descripción y unos pocos datos, y voilà. En un área de 4 kms. puedes localizar iguales sexuales y ser localizado por ellos. Cuando pulsas finalmente la tecla de acceso, la pantalla te muestra decenas de fotos de gays, normalmente de cuidado aspecto, la distancia a la que se encuentran y la opción de chatear con alguno de ellos.

Arquitectos, políticos, escritores, mecánicos, escayolistas... pero también mariconas pedorras y, ¡¡sorpreeesssa!!, el hortera gumarro de tu vecino del ático, ese que baja la basura goteando. Todo da la impresión de ser un negocio de comida para llevar que, en opinión de algunos, fomenta la imagen del homosexual lujurioso, babeante y en celo permanente, de la que se defiende Simkhai alegando que también sirve para encontrar amigos. Sea como fuere, Grindr es una especie de agencia de contactos con horario continuado que ha cambiado la existencia de los gays, una revolución sin precedente, sobre todo para los más compulsivos y para los más reprimidos, y una obsesión para tantos que pasan día y noche pegados a la pantalla de su celular. A los pocos meses de salir, en 2009, ya tenía 100.000 usuarios; al año eran 750.000; al siguiente 2 millones y hoy son tres millones y medio repartidos por 192 países. Así que, a tenor de semejantes cifras, si eres gay y no usas esta aplicación, no eres nadie.

Grindr, en suma, lo mismo sirve para charlar y morbosear que para echar un polvo o, incluso, encontrar al hombre de tu vida. Sin embargo, a mí, que no soy homosexual pero tampoco pongo el menor reparo a ninguna de las posibilidades que brinda, hay algo que me resulta chirriante, y acaso inaceptable, en todo ello. Personalmente, me da igual que se use Grindr para ligar o alcanzar el nirvana, pero presentarse a uno mismo ante los demás como homosexual, apuntalar las murallas de ese histórico gueto que en un mundo racional jamás habría existido, me parece aberrante. A quién le importa que seas homosexual. A mí, por ejemplo, me la suda.



02 abril 2012

Henry, retrato de un gilipollas


España, 30 de marzo de 2012. Los ministros Sáenz de Santamaría, Montoro y Soria comparecen cariacontecidos en rueda de prensa para explicar los Presupuestos Generales del Estado, el mayor mazazo a las economías familiares que se recuerda. Frente a la tele, Genaro Risueño, Henry para los amigos, da cuenta de su tercera lata de Cruzcampo despatarrado en el sofá.

Desde el principio, los tres ministros coinciden en mostrarse, cada cual a su modo, como gente magnífica: profesionalmente capaces, sensibles pero seguros ante la desgracia ajena, y siempre mejores que cualesquiera otros. La ministra Soraya empieza acojonando a la nación (Estamos en una situación límite) y Montoro amenaza con durísimos ajustes. A su pesar, y siempre en el empeño de servir a España, tendrán que reducir el presupuesto de los ministerios (17%), aunque, no cunda el pánico, no subirán el IVA, congelarán pe-ro-no-re-du-ci-rán el sueldo de los funcionarios, actualizarán las pensiones más bajas, agilizarán las ayudas a Lorca e invertirán partidas de dinero en bancos de alimentos para los más necesitados. ¡Santa Madre del Amor Hermoso! -brama Henry desde su asiento-, ¡Vuelve la caridad cristiana!

Soraya, pinipón de acero
A continuación, la ministra, con gesto pesaroso, previene a sus paisanos de que no todo va a ser buenas noticias. Por desgracia, se han visto tran-si-to-ria-men-te obligados a recortar, entre otros muchos ámbitos, en políticas de empleo, en cooperación, en inmigración (de 67 mills. a 0), en desarrollo rural (200>28), en energías renovables (80>10 en vehículos eléctricos), en educación, cultura y deportes (830 mills. menos), en acceso a la vivienda (322 menos) y hasta habrá copago judicial en 2ª instancia. Ser rico o pobre no será lo mismo ante la ley, sin embargo, vuelve a insistir, son medidas co-yun-tu-ra-les. Soraya, pinipón de acero, se lleva entonces la mano al pecho y, recordando que la gravedad de la situación hace buena cualquier medida que se tome, suelta la enésima: no habrá paz para los dependientes. De 28 mills. de euros se pasará a 0. Adiós, Ley de Dependencia.

Montoro, tinkigüinki letal
Henry se vuelve a mirar a sus padres, sentados dando cabezadas en sendos butacones a izquierda y a derecha, y se siente un perfecto e invisible gilipollas. Y no es tonto. Después de tantos días muertos delante de la tele, ha aprendido a interpretar la neolengua de "estos sinvergüenzas". Piensa en los sueldos que ganan, en su política de enchufes, en los 10 mills. anuales del presidente de Telefónica o en los 88.000 inyectados a la banca. Se entremezclan ideas y sentimientos. No le parece justo que no recorten a la jodida Iglesia ni un maldito euro (solo en profesores de religión ya se van 109 mills.) y le pone de los nervios que propugnen una amnistía fiscal para delincuentes de guante blanco precisamente quienes se habían opuesto hasta ahora a ello. Urdangarín, al que tanto detesta, debe de estar en alguna parte celebrándolo. ¿De qué puede extrañarse? ¿No son los mismos que han puesto como número 2 de la Oficina Antifraude a alguien que venía de dimitir por la estafa de Gestcartera?

Soria, momia guanche
Con cada vez más cara de tonto, observa Genaro de nuevo a sus viejos, con más de 80 años y una pensión de mierda después de trabajar toda la vida, convencido de que lo que están diciendo por la tele "esos pendejos" los hundirá aún más en su negro agujero. Los imagina en el supermercado, renqueantes, moviéndose torpemente con el carrito sin poder comprar casi de nada, salvo lo básico, y solo si es barato. Con un ataque de cuernos considerable, escucha ahora a Soria, la momia guanche: a los hachazos en sanidad y servicios sociales, se va a sumar la subida del gas (5%) y la electricidad (7%).

Por un momento, cuando ya la rueda de prensa ha terminado, Henry se ve degollando a sus viejos para librarlos de su injusta existencia, y teniendo que matarse él por haberlos matado. Luego, sin saber muy bien cómo, termina acordándose de Santos Trinidad, envuelto en sangre y hasta el culo de alcohol. ¡Qué coño! Lo mejor será cortarles el cuello a estos malvados. Que no jodan nunca a nadie más. Al poco, tras tres horas tumbado, se levanta por fin y se va a la cocina pensando en cómo hacerlo. Cuando regresa, bastante más relajado, con la cuarta Cruzcampo, vuelve a tirarse en el sofá y pulsa el 5 en el mando a distancia. Total, si no lo hace él, siempre habrá alguno. A fin de cuentas, esto no ha hecho más que empezar.