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Parecidas cuitas debieron de ocupar la mente del joven Ernesto, quien, no viendo otro modo de enfrentarse a la inmensa pobreza y la injusticia criminal que veía correr por las siempre abiertas venas de América Latina, decidió combatir al enemigo con sus mismas armas. De este modo, la lucha armada se extendió desde la cabeza del Che hasta las mismísimas orillas del río Congo.
En uno y otro, podemos ver cómo el fantasma de la violencia está siempre ahí, en nuestra cabeza, acechando en la oscuridad del pensamiento lobisome. Se sabe: las guerras las hacen los malos, pero también los buenos. Sin embargo, cuándo deciden estos adentrarse en el corazón de las tinieblas es un detalle muy difícil de pronosticar.
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En fin, ¿para qué hablar más de ello? No importa ya tanto lo que ha pasado [pueden leerse al final diferentes interpretaciones de los hechos] como el papel que puede jugar la violencia en la España crispada que se nos viene encima. Parece claro que la insurrección pacífica es el arma principal con que cuentan los movimientos de protesta. Lo único a fecha de hoy capaz de desarbolar el andamiaje de injusticia, probablemente milenario, que se pretende combatir, y que, por tanto, debemos preservar como oro en paño.
Sin embargo, convendría no ignorar ciertos supuestos que se derivan de la observación de los datos sensibles. Existen millones de parados, ancianos empobrecidos, gente sin casa por no pagar fraudulentas hipotecas, trabajadores con salarios de miseria y sin derecho a nada. Gente exprimida como naranjas que convive con deportistas, artistas, empresarios, ejecutivos y banqueros millonarios con mansiones de lujo, una casta en la que los mismos políticos aspiran a integrarse. Políticos que, en lugar de defender la justicia social, cobran varios sueldos, mienten sin pudor, intercambian alcaldías como si jugaran a los barquitos e incumplen sus promesas electorales. Políticos, en suma, que, con la intención de perpetuar un modelo corrupto, defienden a sus iguales, les tapan sus vergüenzas y los premian con cargos, con inyecciones de dinero o impidiendo que salgan a la luz sus secretas cuentas millonarias alojadas en paraísos fiscales.
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En esta tesitura, si las situaciones de extrema injusticia que hoy se están denunciando se prolongan y la movimiento 15M decide mantenerse firme en sus justas reivindicaciones, un simple razonamiento lógico nos lleva, inexorablemente, a una conclusión única: habrá violencia. Venga de donde venga. Pero habrá violencia. Y en evitarlo debería poner todo el mundo el mayor empeño. De no ser así, habrá que irse preparando. A mí ya me parece estar oyendo a Public Enemy, invitándonos a entrar en un mundo de delirio y caos: welcome to the terrordome.
Mejor que no.
Para saber más
Enrique Dans (El blog de E.D.): NO
Vincenç Navarro (%Attac España): Análisis sobre los sucesos frente al Parlament de Catalunya
Antón Losada (El Periódico): No más lecciones de democracia
Joseba Elola (El País): Los indignados no son violentos
Daniel Díaz (Ni libre ni ocupado): ¿Soy yo el violento?
Carlos Taibo (Rebelión): El acoso al 15-M
M. Carmen Cruz / Sonsoles Mayorga (RTVE): Felipe Puig niega que hubiera mossos infiltrados entre los "indignados"
La Vanguardia: Puig anuncia que estudia denunciar a Arcadi Olivares por calumnias a la policía catalana
Pilar Rahola (La Vanguardia): Indignados indignos