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La hija pequeña del Pescaílla, subida al tabladillo montado para la ocasión, miró al cielo buscando una bendición que ya no existe al tiempo que espetaba una profunda observación: los músicos también son trabajadores con hijos y están arruinados. Las pancartas robaban luz al día: "Al ladrón, desconexión", "La música se muere", "Músicos o pescadores, todos somos trabajadores". Loquillo, el adalid de la algarada, tomó la palabra: "Nos estamos jugando mucho más que la piratería. Llegará un momento que los músicos españoles tengamos que grabar en discográficas en el extranjero". Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, es decir, de los 85 productores que se reparten el 95% de la música española, fue más tajante y claro: el problema sigue siendo el P2P (...) el gobierno tiene esa asignatura pendiente hasta final de año, y nosotros vamos a vigilar para que la saque con buena nota. Aute, prototipo de saurio en extinción, puso la guinda amenazante: "Esto es sólo el principio".
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Podrán, no obstante, los internautas con patologías delictivas dormir tranquilos. De momento. Los órganos competentes, concretamente la Comisión de Propiedad Intelectual del Ministerio de Cultura, tendrán por ahora sólo la capacidad de proceder legalmente contra los propietarios de sitios P2P, para lo que contarán con la generosa colaboracion de los ISP (Internet service providers), que habrán de identificarlos si no quieren tener problemas ellos mismos.
Y mientras estos galimatías legales en los que se juega el futuro de la cultura libre y el derecho a la preservación de la privacidad de los ciudadanos van alambicándose sin remedio, se oye una vez más la voz grave de Loquillo, rattus norvegicus: "Somos los que propiciamos esas melodías que se incrustan en nuestros cerebros y corazones. Músicas que enamoran, consuelan, o curan; sonidos que alegran, rememoran, evaden, relajan o estimulan".
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Y mientras estos galimatías legales en los que se juega el futuro de la cultura libre y el derecho a la preservación de la privacidad de los ciudadanos van alambicándose sin remedio, se oye una vez más la voz grave de Loquillo, rattus norvegicus: "Somos los que propiciamos esas melodías que se incrustan en nuestros cerebros y corazones. Músicas que enamoran, consuelan, o curan; sonidos que alegran, rememoran, evaden, relajan o estimulan".
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