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Es fácil de entender. Pero no pocos mentirosos, a los que la cultura es lo que menos importa, se empeñan en falsear la realidad y buscan en los políticos una absurda ley que pueda preservar sus primarios intereses y los aúpe a las zonas altas de la pirámide social. Una ley que, para un Mark Twain que ya luchaba contra los piratas a principios del siglo XX, resultaría indigesta al mismo dios (Only one thing is impossible for God: to find any sense in any copyright law on the planet).
Sea como fuere, aquí andamos en medio de un debate en el que las posturas no siempre están suficientemente afianzadas. Si ése es tu caso, léete la entrega de hoy de Enrique Dans, porque es tan absolutamente contundente
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