Mil revueltas detrás de cada palabra flexionada intramuros. Diminutos deseos de rebelión, inocuos, ahogados en los gases liberados por las implosiones. Revoluciones lánguidas, como zorras con herpes –repelentes, pero, en la oscuridad, aún atractivas-, al borde de una muerte segura. Mil dolores pequeños, impulsados por la fuerza de la desolación de una rabia que jamás estalla.
Alrededor, ahí fuera, hordas de vips gaseables en saraos, inauguraciones y eventos deportivos aplaudiendo a monarcas cebados por el alcohol y el ocio. Curas podridos con un solo testículo condenando a homosexuales de conducta intachable. Y en el punto de mira, el pirata, el noble sueño de la cultura libre, el viejo afán de liberar a los pueblos de la oscuridad y de la inconsciencia de la propia estatura. Sociedades enteras humilladas por la especulación y la cultura popular. ¡Qué risa! Cultura popular. Maestra de travestidos, amputados y sordos.
En el centro de las crisis humanas, de esta crisis, la desigualdad de las clases económicas. Selectas oligarquías, patricias castas y gobiernos títere siempre al timón de la nave narcótica. En la mar gruesa, mientras desaparecen tras cortinas de agua los derechos cívicos, reina el desorden en el año cero: caudillos socialistas tratando de enderezar el rumbo a fuerza de apretar las tuercas a la escoria -ancianos, funcionarios, enfermos y lisiados-, fascistas de cadena y Lacoste defendiendo al obrero y penosísimos sindicatos entonando su salmodia anacrónica, ♫ los trabajadores y las trabajadoras ♫, ajenos a los desheredados y al principio universal de la economía del lenguaje.
Como fue siempre. Mil pequeñas revoluciones pendientes y ningún valiente que las ponga en marcha.
Si esto fuera Facebook, pincharái "Me gusta". Sí, ya sé: vade retro
ResponderEliminarExacto. Recelo de Facebook como de la peste. Sin embargo, no digo de este agua no beberé. De momento, la soledad que deriva de mi actitud es soportable. Cuando no lo sea, acaso dé el paso.
ResponderEliminarGracias por el comentario.