20 junio 2008

Kelan Phil Cohran y los mapas mudos

El músico cuyo disco hace que el resto de la música que escucho en estos días me parezca una pérdida de tiempo nació hace 81 años en Oxford (Mississippi).


Compositor y trompetista de un jazz holístico equidistante de América, África y territorios todavía por nominar, compartió largas horas a fines de los 50 con Sun Ra, grabando discos ejemplares y tocando en vivo (no sólo la trompeta, también la cítara, el arpa, la percusión o la corneta). Un músico que decidió no seguir hasta Montreal al autor de Space is the place y continuar en Chicago lanzado definitivamente a su propia evolución. Antes, en una migración gradual sur-norte, había pasado de Oxford a San Luis, Jefferson City y Maryland, hasta llegar a Chicago en 1953. Fue miembro activo de The Association for the Advancement of Creative Musicians (AACM), con sede en Chicago, por la que pasaron figuras de la talla de Anthony Braxton, Jack DeJohnette o Lester Bowie, desde donde se abogaba por la creación pura, se publicaban discos de jazz de vanguardia, se organizaban conciertos para músicos profesionales o amateurs o se impartían clases gratuitas de música o suahili.
Precisamente, para el primer concierto de la AACM, fundó en 1967 The Artistic Heritage Ensemble, banda con la que grabó el disco que impulsa este comentario y en la que militó gente como Pete Cosey, después con Miles Davis, o Maurice White, uno de los fundadores de Earth, Wind & Fire. El disco, grabado en 1969, reúne material de la segunda mitad de los 60 y dirige la vista al funk, el soul, los ritmos africanos, la tradición, la vanguardia, la improvisación y el espacio exterior, una música inclasificable y excepcional, especialmente si pensamos en el tiempo en que fue concebida. No es justo, pues, que la gente ande descargándose la mierda de cualquier majadero y que un disco de este nivel se encuentre perdido en el olvido o, si acaso, en la despensa de unos pocos sibaritas.
Si no te lo crees, escucha The minstrel primero, y luego el resto.

Por cierto, el músico se llama Philip Cohran, y el disco, On the beach, ambos inmensos.

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P.S. Los interesados pueden consultar:

1. El artículo de 2001 de Peter Shapiro para Wire Blues and the abstract truth [título que coincide con el de un discazo de 1961 de Oliver Nelson en el que se hace acompañar, atención, de Bill Evans, Roy Haines, Eric Dolphy, Paul Chambers y Freddy Hubbard, aunque esta es otra historia].
2. La reseña de On the beach que hace Stéphane Deschamps para Les Inrockuptibles este mismo mes y que servidor, humildemente, traduce del francés y pega a continuación, habida cuenta de que no hay versión digital de la revista.
La vuelta de un tesoro escondido del free-jazz, vertiente afro-funk
Reeditado regularmente pero con una gran discreción, este disco es como un cometa en el cielo del free-jazz cósmico: cuando pasa, no hay que perdérselo. En los 50, Phil Cohran, natural de Chicago, toca la trompeta con Sun Ra. Muy por delante de las distancias musicales entre África, el jazz y lo desconocido,forma después su propio grupo, enfocado al directo, y graba el material de On the beach entre 1967 y 1968, justo cuando James Brown está incendiando el Apollo y Fela Kuti fomenta la revolución afro-beat. La música de Phil Cohran, que toca el frankiphone (una versión personal del metallophone africano que reencontramos no hace mucho en Konono nº 1) se sitúa en un punto estratégico: excéntrico, explosivo, excepcional. Minstrel, el primer tema, es una liberación orgiástica increíble de afro-free-junk-jazz vudú, de tambores enloquecidos, de torbellinos de metales, de coristas sobreexcitadas. No se sabe dónde fue grabado, pero a buen seguro fue en la calle, en verano, bajo una lluvia de confettis. No hay un nombre para esta música, pero las piernas la comprenden muy bien. Lo que sigue de On the beach (que Cohran habría podido llamar Tsunami) es también impactante, libre e innovador: construido en torno al enfrentamiento entre una viola y una guitarra eléctrica, el último tema evoca a la Velvet tocando Sister Ray al pie de las pirámides de Egipto. Inasible, el grupo de Phil Cohran es también un vivero de talentos: el guitarra Pete Cosey, que ha tocado con la Rotary Connection o los bluesmen del sello Chess, se une a Miles Davis a principios de los 70, y Maurice White funda más tarde a Earth, Wind & Fire. Sea como fuere, en la época que nos ocupa, Phil Cohran y su grupo de jazz-frit tocan en la cima de un volcán africano en erupción cuyas lenguas de lava salpican las aceras de Chicago.

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