25 marzo 2012

Roma es alegre mientras se asfixia


Il Treno Verde di Legambiente
Como ya dije aquí hace unos días, los pronósticos medioambientales para el pasado viernes 16 de marzo en Roma no anunciaban precisamente un fin de semana ideal. Se recomendaba, sobre todo a enfermos, niños y ancianos, no salir a la calle por la tarde y se conminaba a corredores, ciclistas y demás fauna parqueurbana a no entrenar al aire libre. No lo pensé mucho. A la hora de ángelus, agarré la cámara y salí a pasear, empezando por el parque de Villa Doria Pamphilj, con la intención de hallar pruebas visuales de los venenos que acechaban desde el cielo la ciudad de Benedicto y Alemanno.

No lejos de allí, en pleno centro, concretamente en vía Cavour, se encontraba el Treno Verde, laboratorio móvil sobre raíles encargado de monitorizar la contaminación atmosférica -y acústica- dentro de una campaña emprendida en 8 ciudades de Italia por Legambiente, la más importante organización ecologista del país, y por Ferrovie dello Stato Italiane. Tras 72 horas de recogida de datos (de viernes a domingo), las conclusiones resultaron tan inquietantes como previsibles: 2 de cada 3 días se rebasan en Roma los 50µg/m³, umbral legalmente admisible, de partículas en suspensión. Concretamente, 75µg/m³ el viernes y 78µg/m³ el sábado. También resultaron sorprendentes los datos referidos al benceno, un asunto que se creía en parte superado: el viernes se alcanzaron los 9,6µg/m³, el doble de lo permitido. Y más o menos lo mismo puede decirse del PM2,5. Semejantes conclusiones no venían sino a coincidir con los datos obtenidos por la Agenzia Regionale per la Protezione Ambientale del Lazio (ARPA Lazio) en su estación de corso Francia: ese mismo viernes negro se cumplían 35 días en los que se había superado el límite anual de PM10, cuando solo habían pasado 77 días desde el inicio del año. Según Legambiente, los días en que se superó el umbral "legal" de nanopartículas en 2011 doblaron en número a los del año precedente, una progresión que, parece, se mantendrá este año.
Desde el Gianicolo, la contaminación asusta.
En gran parte ajenos al conflicto o poco interesados en él, los romanos se asfixian, piano piano, mientras las autoridades competentes, a juicio de Legambiente, poco o nada hacen. La política medioambiental es un perfecto descalabro. Todo es desinterés, inmovilismo, infinitas promesas incumplidas. No se abren vías peatonales ni carriles-bici, no hay domingos sin coches, no se amplían las ofertas de car-sharing ni las ZTL y, lo que es peor, tampoco se combate la raíz del problema: el número de coches. 35 millones por 60 millones de italianos. Familias con más coches que miembros.
Previsiones para el viernes 23

En este sentido, no parece que pueda haber otra salida que dinamitar el histórico idilio del italiano con su macchina y potenciar el uso del transporte público si se quieren reducir estos venenos cuyo efecto no sólo malogra mortalmente la salud de las personas, sino, también, la de los edificios de una ciudad que vive de ellos y que hoy no me atrevería a recomendar salvo a áspides como Cospedal o Arenas. El Coliseo, por ejemplo, se desmorona cada día que pasa. No en vano por la Vía dei Fori Imperiali pasan ¡3.400 vehículos cada hora!

En fin, entre unos y otros, la casa por barrer y la gente tan fresca. Probablemente los romanos se contenten pensando que en Milán están peor o que la crisis y el precio sideral del combustible -casi 2€/litro- les llevarán inevitablemente a sobreponerse a la suciedad y la impuntualidad de los medios públicos y a terminar dejando el coche en el garaje. ¡Bendita crisis!, porque la verdad es que se ha incrementado la compra de abonos anuales para el transporte público en un 30%, al tiempo que el consumo de combustible ha caído casi un 20%. Sin embargo, mientras lo fiamos todo a la crisis esperando un milagro, qué remedio, tendremos que volver a cruda la realidad. Este fin de semana no se plantea sino peor que el anterior a tenor de los pronósticos, de modo que lo mejor será que nos quedemos en casa una vez más.

En un día limpio, hace unas semanas desde el Gianicolo, el Trastevere,
detrás Il Vittoriano en Piazza Venezia y, al fondo, los Apeninos centrales.
Bajo el smog, la cosa cambia. Casi no vemos, en el centro, ni el Castel Sant'Angelo 
ni el santo Vaticano. Y, al fondo, los Apeninos han desaparecido. ¿Milagro?
Viernes 15. Se aconseja no hacer ejercicio al aire libre, pero los romanos no se dan
por enterados. Por la tarde, son cientos los que corren por Villa Doria Pamphilj.
Las terrazas del Castel Sant'Angelo atestadas de turistas ajenos del todo a lo que cae del cielo.

21 marzo 2012

10 tuits de febrero

17 marzo 2012

Copago, muerte de las ideologías y neolengua

Todo se vende. Cualquier iniciativa es bienvenida. No hay estrategia que no se dé por buena si prolonga el negocio un poco más. En nombre de la crisis, hasta nos parece razonable que se grave la enfermedad con un impuesto.

Cuando murieron las ideologías -mejor sería decir morían-, pareció por un tiempo, qué estupendo, que por fin el individuo, fuera de la disciplina del grupo y de la tiranía de la "coherencia", tomaría las riendas de su propia existencia social. Pero no duró mucho esa percepción. Pronto se vio que todo era un fiasco, un desastre que llevaba a otro mayor: una sociedad convertida en un sálvese quien pueda inmisericorde con el apoyo inestimable del poder de la neolengua. La mentira, la deformación del lenguaje y la desvinculación de la expresión y el contenido entre sí y de ambos con la realidad encontraron un magnífico caldo de cultivo en individuos desclasados y desarmados por la necesidad. La muerte de las ideologías, en definitiva, solo habría funcionado con individuos libres, críticos y racionales.

La imagen del 'conservador' Álvarez-Cascos prometiendo [en realidad, inyecta miedo] que si le votan a él [él dice a su partido, Foro Asturias] y es elegido presidente, no habrá copago [se debería decir repago], refleja exactamente toda esa desesperanzadora realidad. Hace unos días, decía el 'socialista' José Antonio Griñán, otro personaje que también aspira a presidente, que a las clases altas -los poderosos- la crisis les resbala porque ellos cuentan con un patrimonio que los mantiene al margen, mientras que las clases medias [no dice bajas, pobres o indigentes por no quebrar los preceptos neolingüísticos] solo tienen como patrimonio la sanidad y la educación públicas. Esto, que no deja de ser absolutamente cierto, lo sabe y lo utiliza muy bien Cascos, que no es ni mejor ni peor que todos los demás, sino simplemente nefasto, cuando busca el apoyo de las clases más bajas ofertando el rechazo al copago, una medida puntual progresista contraria a la de sus adversarios políticos, con quienes ha compartido y comparte ideología, siendo, como es, un poderoso.

Eso, en oldspeak, se llama perversión. Perversión del fondo y de la forma.


12 marzo 2012

Nanopartículas: el aire envenenado de Roma


Robos, agresiones, violaciones, violencia neonazi, vandalismo tifoso, conducción criminal, desprecio por el bien común, contaminación acústica, desorganización, suciedad... Entre el sinfín de inconveniencias, desgracias, conflictos y delitos que amenazan la vida de quien vive en la ciudad de Roma, hay algo que, probablemente por su fuerza expansiva y su vigorosa capacidad de afectación, resulta más inquietante que todo ello: el aire que se respira, un aire que destaca entre los más nocivos de Europa. Sin embargo, cualquiera que conozca el abandono y el caos organizativo que caracterizan a esta ciudad en todos los órdenes posibles de la existencia, podrá entender fácilmente que el problema de la calidad del aire, a pesar de su incuestionable trascendencia, no tenga una especial consideración.

El poder invasivo de las nanopartículas
Los datos que suministran, entre otros, el portal Epicentro -del Centro Nazionale di Epidemiologia, Sorveglianza e Promozione della Salute-, el proyecto europeo Aphekom o el italiano EpiAir no dejan lugar a dudas. Cada año se atribuyen a los efectos de la contaminación de la ciudad eterna más de mil muertes seguras por cáncer y patologías agudas y crónicas del aparato respiratorio y cardiocirculatorio. Pero poco importa. A pesar de todo ello, a pesar de la recurrente presencia del sintagma polveri sottili en las portadas de los grandes diarios italianos, las autoridades siguen mirando a cualquier parte menos adonde deben. Y es que por mucho que los organismos competentes estén por ley obligados a controlar las partículas en suspensión o nanopartículas que envenenan el aire y a adoptar las medidas pertinentes, esa ley de ámbito europeo (directiva 2008/50/CE) en Italia no es más que un brindis al sol de consecuencias trágicas. Por lo general, se tiende a ignorar el impacto devastador que tienen sobre el ser humano estas sustancias (PM10, PM2'5, PM1, PM0'1...), pero son elementos, tan letales como extremadamente sutiles -el número hace referencia a su diámetro en micromilímetros-, capaces de penetrar en los tejidos, desde la faringe a los alvéolos pulmonares, llegando a alterar las mismas células. Si, por poner un caso, nos centramos exclusivamente en el PM10, se puede ver cómo la normativa fija un umbral máximo de concentración en aire de 50 µg/m³ diarios que no debe superarse más de 35 días al año, cuando, por desgracia, los datos suministrados por la Agenzia Regionale per la Protezione Ambientale (ARPA) revelan que en 2009 fueron 67 los días en que se superó ese límite, 50 en 2010 y más de 63 en 2011.

Desconozco, en ese sentido, el éxito que pueda estar obteniendo la iniciativa Roma sotto smog que la asociación Codacons puso en marcha en diciembre pasado con el fin de exigir a las autoridades romanas que tomen las medidas necesarias y reclamar una indemnización por los daños causados, pero lo que sí puedo asegurar es que hoy, 12 de marzo, mientras voy caminando, el aire resulta, en unas zonas más que en otras, absolutamente irrespirable. Un día, paradójicamente, en que la calidad del aire parece ser aceptable según la consideración de la web La Mia Aria. Si es así, ¿qué será de nosotros el próximo viernes, para cuando esa misma página nos recomienda permanecer en casa?

Mientras sigo mi camino, medio asfixiado, por el centro de la ciudad, no puedo dejar de pensar, una vez más, que los políticos italianos, como tantos otros de otras latitudes, no sirven absolutamente para nada.
 
Coche, fábricas, calefacciones: Roma bajo el "smog"