02 abril 2012

Henry, retrato de un gilipollas


España, 30 de marzo de 2012. Los ministros Sáenz de Santamaría, Montoro y Soria comparecen cariacontecidos en rueda de prensa para explicar los Presupuestos Generales del Estado, el mayor mazazo a las economías familiares que se recuerda. Frente a la tele, Genaro Risueño, Henry para los amigos, da cuenta de su tercera lata de Cruzcampo despatarrado en el sofá.

Desde el principio, los tres ministros coinciden en mostrarse, cada cual a su modo, como gente magnífica: profesionalmente capaces, sensibles pero seguros ante la desgracia ajena, y siempre mejores que cualesquiera otros. La ministra Soraya empieza acojonando a la nación (Estamos en una situación límite) y Montoro amenaza con durísimos ajustes. A su pesar, y siempre en el empeño de servir a España, tendrán que reducir el presupuesto de los ministerios (17%), aunque, no cunda el pánico, no subirán el IVA, congelarán pe-ro-no-re-du-ci-rán el sueldo de los funcionarios, actualizarán las pensiones más bajas, agilizarán las ayudas a Lorca e invertirán partidas de dinero en bancos de alimentos para los más necesitados. ¡Santa Madre del Amor Hermoso! -brama Henry desde su asiento-, ¡Vuelve la caridad cristiana!

Soraya, pinipón de acero
A continuación, la ministra, con gesto pesaroso, previene a sus paisanos de que no todo va a ser buenas noticias. Por desgracia, se han visto tran-si-to-ria-men-te obligados a recortar, entre otros muchos ámbitos, en políticas de empleo, en cooperación, en inmigración (de 67 mills. a 0), en desarrollo rural (200>28), en energías renovables (80>10 en vehículos eléctricos), en educación, cultura y deportes (830 mills. menos), en acceso a la vivienda (322 menos) y hasta habrá copago judicial en 2ª instancia. Ser rico o pobre no será lo mismo ante la ley, sin embargo, vuelve a insistir, son medidas co-yun-tu-ra-les. Soraya, pinipón de acero, se lleva entonces la mano al pecho y, recordando que la gravedad de la situación hace buena cualquier medida que se tome, suelta la enésima: no habrá paz para los dependientes. De 28 mills. de euros se pasará a 0. Adiós, Ley de Dependencia.

Montoro, tinkigüinki letal
Henry se vuelve a mirar a sus padres, sentados dando cabezadas en sendos butacones a izquierda y a derecha, y se siente un perfecto e invisible gilipollas. Y no es tonto. Después de tantos días muertos delante de la tele, ha aprendido a interpretar la neolengua de "estos sinvergüenzas". Piensa en los sueldos que ganan, en su política de enchufes, en los 10 mills. anuales del presidente de Telefónica o en los 88.000 inyectados a la banca. Se entremezclan ideas y sentimientos. No le parece justo que no recorten a la jodida Iglesia ni un maldito euro (solo en profesores de religión ya se van 109 mills.) y le pone de los nervios que propugnen una amnistía fiscal para delincuentes de guante blanco precisamente quienes se habían opuesto hasta ahora a ello. Urdangarín, al que tanto detesta, debe de estar en alguna parte celebrándolo. ¿De qué puede extrañarse? ¿No son los mismos que han puesto como número 2 de la Oficina Antifraude a alguien que venía de dimitir por la estafa de Gestcartera?

Soria, momia guanche
Con cada vez más cara de tonto, observa Genaro de nuevo a sus viejos, con más de 80 años y una pensión de mierda después de trabajar toda la vida, convencido de que lo que están diciendo por la tele "esos pendejos" los hundirá aún más en su negro agujero. Los imagina en el supermercado, renqueantes, moviéndose torpemente con el carrito sin poder comprar casi de nada, salvo lo básico, y solo si es barato. Con un ataque de cuernos considerable, escucha ahora a Soria, la momia guanche: a los hachazos en sanidad y servicios sociales, se va a sumar la subida del gas (5%) y la electricidad (7%).

Por un momento, cuando ya la rueda de prensa ha terminado, Henry se ve degollando a sus viejos para librarlos de su injusta existencia, y teniendo que matarse él por haberlos matado. Luego, sin saber muy bien cómo, termina acordándose de Santos Trinidad, envuelto en sangre y hasta el culo de alcohol. ¡Qué coño! Lo mejor será cortarles el cuello a estos malvados. Que no jodan nunca a nadie más. Al poco, tras tres horas tumbado, se levanta por fin y se va a la cocina pensando en cómo hacerlo. Cuando regresa, bastante más relajado, con la cuarta Cruzcampo, vuelve a tirarse en el sofá y pulsa el 5 en el mando a distancia. Total, si no lo hace él, siempre habrá alguno. A fin de cuentas, esto no ha hecho más que empezar.

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